Maquetar una portada
Criterios básicos para maquetar una portada
En los años que llevo dedicándome al diseño gráfico, sobre todo al diseño editorial, me he topado con todo tipo de situaciones respecto a la publicación de un libro.
El término autopublicación tiene muchas formas de tomarse, y algunos autores no han llegado a entenderlo del todo.
Cuando un autor decide autopublicar su trabajo, evidentemente ha de hacerse cargo de todo el proceso, haciéndolo él mismo o bien contando con el trabajo de profesionales que se encargarán de dejar un producto final adecuado.
Sin embargo, hay ocasiones en las que el autor decide que, a pesar de contar con un profesional que le asesora y le realiza el diseño, él mismo quiere indicar con pelos y señales lo que quiere.
No hay inconveniente, por supuesto, siempre que el autor tenga algún conocimiento previo de diseño, y que acepte las sugerencias del profesional. Pero me he encontrado casos de autores que se han obcecado con una idea y no quieren dar su brazo a torcer, a pesar de los consejos e indicaciones que se le pueden dar para mejorar esa idea que tiene, sin cambiarla por supuesto. Pero sí hacerla apta y correcta.
Personalmente esto me afecta mucho a la hora de trabajar, me gusta realizar mi tarea de manera profesional, generar un producto del que sentirme orgullosa y que el autor encuentre perfecto para su obra. Es muy difícil trabajar así cuando no te permiten moverte de un concepto erróneo…
La portada de un libro es su tarjeta de presentación. Así de simple y así de complicado. La portada de un libro ha de ser la puerta principal del texto, una puerta que ha de ser atractiva, que ha de imbuir al futuro lector en la obra antes incluso de comenzarla. Esa puerta ha de ser la llave de la curiosidad y el interés del lector.
Hay cientos de miles de libros publicados, autores que están consagrados y que venderán cualquier cosa, pero también están aquellos autores que comienzan, que no llamarán la atención por su prestigio. Ahí es donde una portada cuidada, llamativa y bien presentada puede ayudar a posicionar tu libro en las estanterías.
Lo primero es pensar que la portada ha de ser ante todo clara y dar a entender “qué” cuenta tu libro.
En una portada hay que pensar en conjunto, hay que imaginar un todo, la imagen de portada, el título, el autor… Todo ha de crear una composición armónica y agradable a la vista. Lo más importante es conocer tu libro. Saber dónde está la fuerza del mismo e imaginar cual es la imagen que tenga más impacto. Que resuma en un golpe de vista la importancia de tu libro.
Hay que ser muy consciente de la temática, no es lo mismo un libro de cuentos que una novela de terror, han de tener una portada que los identifique. La imagen que hemos de utilizar ha de ser algo que resuma la esencia de nuestro libro, o bien que ejemplifique, aunque sea simbólicamente, lo que nosotros queríamos transmitir.
La imagen ha de tener una calidad óptima. No siempre es necesario utilizar una imagen completa, en ocasiones pequeños fragmentos de un conjunto dan un resultado mucho mejor. Muchas novelas, por ejemplo, utilizan fragmentos de “El jardín de las Delicias” del Bosco. El cuadro en sí es complejísimo, lleno de simbologías, pero para un libro en concreto, es posible que una parte que este cuadro representa sea la alegoría perfecta.
No siempre es necesario que una imagen cubra una portada completamente. Esto puede hacer que (dependiendo de lo profusa en detalles que esta sea) haga perder fuerza e importancia al título, por ejemplo, algo que ha de tener gran relevancia en el conjunto. Es bueno jugar con espacios de colores planos que ayuden a fortalecer la imagen central.
Es importante, una vez hemos decidido cómo va a ser la imagen y su ubicación, que perdamos algo de tiempo (invertir diría yo) probando y revisando tipografías, tipos de letra para nuestra portada. Hay cientos de ellas y no todas son adecuadas y son una baza importante para el resultado final. Le da personalidad a nuestro libro.
No quiere decir esto que haya que utilizar las letras más extravagantes para darle un toque original, podríamos estropearlo. Hemos de buscar una letra que sea acorde con la imagen que queremos dar de nuestra obra. Y cuando la encontremos hemos de colocarla en la portada de modo que no desvíe el conjunto. Hay que lograr siempre un equilibrio.
Recuerda que las segundas opiniones son siempre necesarias, con tu portada impresa en un papel enséñasela a amigos y familiares, pregúntales que les sugiere, déjales leer la sinopsis y pregúntales que les parece… Y pídeles que sean sinceros. Siempre muchos ojos ven más que dos y pueden darte alguna idea o detectar algún fallo que tu has pasado por alto.
Por eso es clave su diseño. Es imprescindible que lo que entra por los ojos sea algo que llegue a nuestro posible lector como un cañonazo, que despierte su curiosidad y estimule su imaginación sobre las posibilidades del libro.
En el diseño de portadas no solo incluimos la parte frontal del libro, es claramente la más importante, pero no la única, y desde luego, si no crea un conjunto adecuado con el resto de partes puede perder todo el efecto que se quiere conseguir.
Las secciones de una portada
Las portadas se dividen en varias partes.
La portada: este es el elemento principal, en ella has de poner toda la pasión y echar toda la carne al asador. Es importante que lo que utilices como imagen principal tenga relación con el texto que se trata. Ha de ser un aperitivo visual que introduzca al lector en la historia.
Es imprescindible el uso correcto de la tipografía. No todas las tipografías son válidas, no todas encajarán con la imagen, ni con la historia. Por ejemplo, en una novela histórica, una letra de caracteres informáticos sería un terrible error.
Por otro lado, la misma tipografía puede ser interesante como portada en sí, su propio peso específico puede generar una portada perfecta.
La contraportada: Este elemento va a ser la continuación de la portada, en ella hemos de crear una continuidad con el elemento anterior con el añadido de que suele colocarse la sinopsis del libro. Un breve texto que haga al lector tener deseos de saber más.
No siempre una sinopsis es lo más adecuado, puede ser interesante una opinión de alguien conocido, o un fragmento de otro texto que exprese algo concreto que sea el núcleo de tu obra… No es necesario resumir el texto al completo. Una sinopsis es un anuncio, un trailer. Ha de contar solo lo justo, con las palabras justas para que despierte la curiosidad del lector. Que tras leer ese pequeño fragmento de texto que aparecen en la contratapa de tu libro piense “¿Y qué pasa ahora?”.
Es imprescindible un correcto desarrollo, este fragmento puede hacer que un lector de abalance sobre la obra o la vuelva a dejar en el estante en que la encontró. Hay que cuidar la redacción,es tan importante como la portada en sí.
El lomo: Este pequeño elemento marca una diferencia en el desarrollo de la portada. Puede ser un elemento completamente independiente o bien mantener una continuidad en la imagen. Dependerá del esquema de la portada. Lo que es importante es que los textos a incluir (título de la obra, autor, editorial…) se adapte perfectamente al conjunto.
Solapas: No todos los libros tienen este elemento, personalmente me parece un punto a mayores en el diseño de una portada y en el conjunto de un libro, un toque de elegancia y calidad, pero desde luego, también dependerá de la obra en conjunto y del gusto del editor y el autor.
Suele incluir una breve biografía del autor y una fotografía, además de las obras del mismo, pero el diseño general pedirá una colocación determinada.
El trabajo de la portada de un libro es un tema que has de tomarte muy en serio. Evidentemente el trabajo literario es imprescindible, pero una portada de un gran libro, puede echar a perder todo el valor inicial del texto.
Recuerda que un posible lector no leerá tu obra en la librería o en internet, ha de entrarle por los ojos en un primer encuentro, ha de llamarle desde la portada prometiéndole un viaje maravilloso en cuanto abra esa puerta que le has dejado entrever a través de tu portada.
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